miércoles, 16 de octubre de 2013

Lola Herrera “Me quedo con lo mejor”


UNAS PALABRAS DE LA AUTORA

«Me he pasado la vida empujando el tiempo. No he sido consciente de lo deprisa que ocurre todo. He dedicado una parte muy importante de mi presente a ordenar y salir al encuentro de lo que tenía que hacer o resolver en el futuro más inmediato: los hijos, la familia, el trabajo, la casa, los problemas de la vida cotidiana, el amor…
Lola Herrera durante la presentacion de su libro en
Madrid
Si me paro a pensar, tengo la sensación de haber vivido la realidad de cada día a ráfagas, con la cabeza puesta en el día siguiente. Y eso, de verdad, es agotador. Estoy en la pendiente de bajada y sigo igual…
En algún sitio he leído que la ansiedad y el miedo alteran la vida. Si es así, mi vida, desde el momento de mi nacimiento, ha sido y es una alteración continua, una montaña rusa. Trato de hacer lo posible para quedarme en la parte más baja, pero la fuerza de lo que me ocurre me lleva una y otra vez a la más alta.
No recuerdo desde cuándo —yo creo que desde siempre— vivo etapas de ansiedad y de miedos, provocadas por la angustia de no poder responder a todo lo que me comprometo. Compromiso… Esa palabra me ha ido llevando de un lado a otro y muchas veces a empujones.
He llegado hasta aquí por el camino más coherente que encontré. Tengo la fortaleza del débil, siempre pensé que lo era. Sí, me sentía y me siento débil, pero, cuando miro hacia atrás, me sorprendo al visualizar mentalmente el camino recorrido y las dificultades superadas. Pienso que las situaciones difíciles te enseñan a medir los riesgos y te otorgan un sexto sentido, una prudencia que se convierte en ayuda, una ayuda impagable.
Últimamente, administro la energía de que dispongo con mucho cuidado para que me dure más. Tengo muchas cosas por hacer… La ilusión y las ganas son mis amigas del alma, ellas siempre me abren las puertas para descubrir cosas nuevas, son las que me invitan a disfrutar de la vida, a ver el vaso medio lleno… casi siempre.
Quiero deshacerme de todo lo que tengo en el trastero. Necesito una limpieza total, también en la casa y en los armarios. Tengo claro que no necesito un montón de cosas y no me gustaría dejar a mis hijos esa tarea. Me sobra casi todo. Deseo eliminar lastre, sentirme ligera…
Nací con unas páginas en blanco que se han ido cubriendo a lo largo de mi vida de mil colores. Todavía faltan por llenar algunas y desearía colorearlas con los sueños pendientes, muy íntimos, personales, aún no cumplidos. Espero que la vida me conceda ese placer.»
                                                                                               Lola Herrera


PRESENTACION DEL LIBRO EN MADRID:

UNAS PALABRAS DE LA PROLOGUISTA

«Me quedo con lo mejor. Así es como Lola ha querido llamar a su libro, a los pedazos de su vida que nos cuenta con el corazón en la mano. Lo ha escrito con sencillez, con naturalidad, con verdad y con emoción. Por eso, al leerlo, lo creemos. Por eso nos resulta tan fácil entrar en su historia, recorrer sus paisajes, caminar a su lado.
Conozco la vida de Lola Herrera y he formado parte de ella en muchos momentos. Somos amigas desde hace tantos años… Desde que “éramos pequeñas” y ella acababa de llegar en el tren de su Valladolid para empezar a trabajar en la mítica cadena SER. Empezamos entonces a rodearnos de amigos comunes: Remedios de la Peña, Juana Ginzo, Antonio Calderón… Nombres que hicieron la historia de aquella magnífica Radio.
Pilar Baden y Natalia Figuero, entre otros
arropan a Lola Herrera
Luego llegó El campanero, en el Teatro de la Comedia, protagonizada por el gran Manuel Dicenta, a quien yo quise tanto, íntimo amigo de mis padres, futuro suegro de Lola. La vida nos iba enredando y uniendo. De El campanero saltamos a Rebelde, con nuestro inolvidable Vicente Parra. A partir de ese momento, el noviazgo de Lola con Daniel Dicenta, su boda, el nacimiento de sus hijos Natalia y Daniel... Natalia es mi ahijada. La amistad entre Lola y yo iba haciéndose cada vez más grande. Compartíamos aficiones y amigos entrañables.
Llegaron tiempos muy difíciles, muy duros, y Lola logró ser una superviviente. En medio del temporal se agarró a una tabla de salvación que nunca soltó. Supo desde siempre lo que quería y luchó por ello con todas sus fuerzas. Ser actriz, estar divorciada y sola, sin medios y con dos niños muy pequeños, no era tarea nada fácil en aquellos tiempos.
Ella escribe: “En muchas ocasiones me han calificado de valiente, pero nada más lejos de la realidad. La fuerza de la necesidad fue la que me empujó a gritar”. Gritó muy fuerte y no se dio por vencida. Siguió caminando el camino elegido. En este libro aprenderás, lector, a conocer (hasta donde ella te lo permite) a esta “muchachita de Valladolid” que es, hoy, una de nuestras más grandes actrices. Dentro de estas páginas está su infancia, su familia, su barrio, la guerra… Está la cómoda de su abuela, que era como el arcó iris, como un enorme caleidoscopio, algo que se le quedó grabado para siempre. “Aquellos colores iban a ser uno de mis grandes refugios. Contemplar el color me llena de energía positiva, influye en mi estado de ánimo, en muchas cosas, todas buenas”.
En la vida de Lola Herrera hay un ANTES y un DESPUÉS de su encuentro con Miguel Delibes. Su magistral interpretación del personaje de Carmen Sotillo en Cinco horas con Mario quedará para siempre escrita con letras de oro. Y lo que son las cosas: fue Lola quien, un día, me hizo conocer a Delibes, por quien yo sentía una admiración ilimitada.
En aquellos años, cuando interpretaba por toda España la obra del gran escritor vallisoletano, Lola encontró su casa soñada en Galicia. En lo alto de un monte, en una pequeña aldea de cincuenta vecinos, construida en piedra de Porriño un poco rosada, destrozada y con cien años de edad… Fue un flechazo. Esa era LA casa. Y lo fue durante veintitantos años, llenando de felicidad a su propietaria, que escribe algo tan bonito como esto: “Aquella casa y yo nos ayudamos mutuamente. Cuando nos encontramos, las dos estábamos en muy mal estado. Luego nos reconstruimos juntas. Los pilares de ambas eran sólidos, y sobre ellos nos levantamos con fuerza, con calidez y rodeadas de flores por todas partes”. La casa gallega rodeada de flores fue un refugio maravilloso para Lola, para sus padres, para sus hijos. Estas páginas nos lo cuentan. Como nos cuentan la devoción que tuvo Lola por sus padres, pilares de su vida y a quienes debe el haber hecho posible su profesión.
Paso a paso, esa profesión iba caminando hacia el éxito. Se sucedían las funciones importantes, los personajes interesantes, los grandes estrenos, las críticas magníficas. Lola era una de las mejores, de las más buscadas. Y llegó el momento en que pudo permitirse el gran lujo de negarse a hacer determinadas cosas. Pudo elegir.
Hoy, Lola recoge lo que ha sembrado durante tanto tiempo. Su prestigio es enorme. Ha llegado a un lugar muy alto. Es admirada, aplaudida y respetada. Su nombre suena a triunfo.
Ha llegado hasta aquí sorteando todos los obstáculos de su camino, no dándose por vencida aunque tantas veces haya estado a punto de hacerlo, pisando fuerte y sabiendo lo que quería y lo que no quería. Se ha quedado CON LO MEJOR. Y lo mejor es tanto que borra lo peor. Lo mejor es tanto que le hace sentirse plena, que le hace considerarse una privilegiada. Lo mejor es tanto que Lola no vuelve la vista atrás. Y vive su HOY llena de serenidad. Es el premio que merece».


                                                                                               Natalia Figueroa





Más información: Dpto. Comunicación | Mercedes Pacheco 
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